Cada vez me siento peor y el día no ayuda en lo absoluto. Todos toman el hecho de estar "así" como un intento de llamar la atención, pero créanme que esta vez no lo intento; aunque admito que me gusta hacerlo. Todo empezó cuando, bueno, prefiero no decirlo, ya se van a dar cuenta. En ese instante no quería creer lo que estaba viviendo, digo en ese instante porque fue en el lapso de un solo minuto en el que mi vida cambió asquerosamente, tampoco quiero creerlo, para variar. Preferí armar la historia yo misma en mi mente, aunque con el tiempo comenzó a guardarse en el disco rígido de mi corazón. Comencé a pensar que no te fuiste, digamos que nunca lo hiciste, quedaste dentro mío, grabado en una herida invisible que arde insoportablemente al verte; hablarte; tocarte; pensarte. Esa herida, un triste recuerdo tuyo, no me alcanza para tenerte siempre presente, necesito abrazarte, abrazarte y sentir como el alma me vuelve al cuerpo luego de tanto tiempo de agonía. En resumen, te extraño y te odio. Y como todos dicen: Uno nunca se da cuenta de lo que tiene, hasta que lo pierde.
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